Ciertas teorías psicológicas sobre la emoción defienden que si por ejemplo, estando tristes, nos forzamos a sonreír, nos sentiremos mejor (que ¡engañaremos a nuestro cerebro!). Siento decir que no es así, pues no es tan sencillo engañarlo (de hecho, no existirían los antidepresivos si esto funcionase).
¡Cuánto más absurdo sería fingir felicidad por mera obligación social! ¿Hay que sonreír sin ganas en Navidad?
No. De hecho, la necesidad de aprobación, la urgencia por encajar, es algo que nos ocurre cuando somos inseguros. A medida que ganamos seguridad y asertividad, menos dependientes somos de la opinión de los demás.
Por otra parte, las sonrisas fingidas se notan, porque no son iguales a las auténticas. O sea, no solo nos sentiremos doblemente mal si fingimos estar alegres cuando estamos tristes, sino que además, no engañaremos a nadie con un mínimo de sensibilidad.
La sonrisa auténtica se denomina “sonrisa de Duchenne” y consiste tanto en sonreír con los labios como con los ojos (se contraen los músculos cigomático mayor y menor cerca de la boca que provocan que se eleve la comisura de los labios, y también, el músculo orbicular, cuya contracción alza las mejillas y produce arrugas alrededor de los ojos). Luego, una sonrisa que no produzca arrugas en el contorno de los ojos es falsa. (A partir de ahora, ya sabrás cuando alguien te sonría artificialmente ;) )
¿Se podría fingir una sonrisa Duchenne? Sí, se podría… pero normalmente, la gente que simula una sonrisa, estando triste, no suele ser tan hábil o ni siquiera conoce este concepto. Tal vez lo hagan los actores, los malos actores (pues los buenos, sonríen de verdad, o no resultarían creíbles).
Muéstrate siempre tal y como te sientas. En congruencia con tus emociones. Esto no significa que debas llorar en lugares públicos ni que no debas actuar muchas veces a pesar de tus emociones (negativas). Tenemos en innumerables ocasiones que levantarnos de la cama sin tener el mínimo ánimo para enfrentar el día, y, sin embargo, lo hacemos. Y a veces, con suerte, a medida que transcurre la jornada, nos sentimos un poco mejor. Pero no es necesario fingir alegría por imposición social.
Incluso tal “obligación” produce el efecto contrario. Es como lo de “no pienses en un elefante azul”. Del mismo modo, no por decirle a alguien: “eh, sonríe, ¡que es Navidad!”, vamos a conseguir que quien esté atravesando un evento aversivo, o una depresión, se sienta mejor.
La alegría no se puede imponer, y la tristeza no se puede disimular.
Si tienes un ser querido que en estas fechas lo está pasando mal, no le hagas forzar una sonrisa, simplemente, dale un abrazo.
Y si eres tú, amigo/a, quien está atravesando un momento difícil, no te obligues a sonreír por no estropear las fiestas a los demás, porque las sonrisas fingidas, duelen.
Muéstrate tal como te sientes, y conseguirás lo que necesitas, un poco de empatía (al menos de esos otros que también estén tratando de fingir sonrisas).
Además, no vas a estropear las fiestas a nadie, porque en estas fechas, no hay que decir un indiferente “Felices Fiestas”, lo que se dice es
¡Feliz Navidad!
queridos amigos