Habitualmente, las personas que padecen una depresión expresan que lo que desean es dejar de sufrir (ese es su deseo aparente, dados sus sentimientos de inutilidad, de incapacidad, de culpa – incluso, por el hecho de estar enfermas -, y de desesperanza total).
En síntesis, sufren la famosa tríada cognitiva negativa que formuló Aaron Beck: visión negativa de uno mismo, del mundo y del futuro.
Como es obvio, estos pacientes, tan abatidos, podrían hasta sentirse abocados al suicidio. He aquí donde es más prioritario que actuemos los psicólogos. Previniendo estas ideas autolíticas, aunque la persona que tenemos enfrente no nos las confiese. Necesitamos que la persona siga viva, para poderla curar.
El propósito de este artículo es clarificar cuál es la forma de tratar la depresión, que no es atacar directamente a estas ideas, pensamientos y emociones negativas, sino, yendo por otro camino más efectivo: propiciando el refuerzo positivo.
Es un síntoma central en las personas deprimidas, la anhedonia (o imposibilidad para disfrutar de ninguna actividad). Quienes sufren depresión han dejado de hacer las cosas que anteriormente les proporcionaban placer, porque los eventos aversivos que se han producido en sus vidas (junto a su predisposición biológica a padecer trastornos emocionales) los tienen sumidos en sí mismos, como un caracol dentro de concha, o un cangrejo en su caparazón, protegiéndose dentro de su casita de permanente tristeza.
A lo sumo, esperando un poco de apoyo de su alrededor (quienes con frecuencia, en vez de dárselo, les dicen aquello tan manido y ¡totalmente contraindicado!: ¡venga, anímate, que de todo se sale!). Los que hayan pasado por una depresión lo entenderán.
Entonces, ¿qué acciones serían más eficaces?
Intentemos abordar la depresión no desde el punto de vista cognitivo (que también puede hacerse como complemento) e implantemos como principal terapéutica la activación conductual. Esto es:
Preguntemos al paciente qué le gustaba hacer antes de su depresión, que nos de unas cuantas ideas, y programemos junto a él, unas actividades placenteras que deberá retomar poco a poco, progresivamente. Incluso, yendo en contra de sus emociones.
“La motivación, sigue a la acción”.
Si para ello necesitara que otra persona le acompañase, así habrá de hacerse todo el tiempo que fuera necesario.
La persona deprimida, por su propio estado de postración, normalmente ha tenido que pedir una baja laboral, no realiza ninguna actividad reforzante, no ve a sus amigos, no practica ninguna afición, y no siente la mínima satisfacción en su día a día.
En consecuencia, su depresión se agrava, lo que a su vez le sume más aún en la inactividad, ésta profundiza más su depresión, y ello se convierte en un fatal círculo vicioso.
Si tienes a alguna persona deprimida dentro de tu familia o amigos, recuerda: no lo van a curar los medicamentos, ni el paso del tiempo, lo que le va a ayudar a superar la depresión es volver a tener reforzamiento positivo y
reconectar con la vida.
Acompañémoslos en este camino.
PD: Si usted o un ser querido suyo necesita ayuda psicológica, por favor, no lo deje para mañana.
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